¿Por qué este
congreso? Se observa en la sociedad actual un
fenómeno inédito y penetrante: la difundida
presencia de la música en el ambiente urbano, en
lugares públicos, bares, restaurantes,
hipermercados, medios de transporte, plazas,
parques, locales de entretenimiento tanto
cerrados como al aire libre. De igual manera, se
asiste a un cambio radical de los modos de
producción, reproducción y fruición sonora.
Este cambio transforma el mismo concepto de
música, que en la realidad urbana aparece
destilado de sonoridades diversas, construidas en
función de un consumo y siguiendo el criterio de
otros productos comerciales. La invasión de
estas sonoridades en cualquier contexto se
configura como una verdadera contaminación
acústica de la música. Contra la agresión
sonora, el individuo aparece indefenso: los oidos
no tienen párpados.
El fenómeno presenta
aspectos cuantitatos y cualitativos.
El aspecto cuantitativo
hace referencia a la abundancia de musica difundida en
los espacios urbanos y el culto a su amplificación. La
agresión sonora puede determinar en el ciudadano una
desconfianza, más o menos patente, frente a la
administracion pública, a la cual compete no solo la
tutela de la paz pública y del derecho a la salud,
consagrado por el articulo 32 de la Constitucion, sino
tambien la disciplina de las actividades industriales y
comerciales.
Independientemente del
volúmen, una música no agradable, en cuanto no
solicitada, y sobre todo cuando se presenta de forma
reiterada y obsesiva, puede "contaminar" en los
mismos términos en los cuales la contaminación
acústica aparece definida en la Ley n° 447/1995: es
decir, puede representar un "peligro para la salud
humana" ya que interfiere "con las legítimas
fruiciones de los diversos ambientes".
El aspecto cualitativo
incide en la alteración de los hábitos de escucha del
hombre, conduce a un efecto de saturación y modifica la
escucha a traves de una indistinta experiencia sensorial.
En particular, la invasión de la música difusa en el
ambiente impide el silencio concebido como momento de
reposo, de reflexión; sin duda un derecho subjetivo
inalienable, pero también hábitat propicio a la buena
música, a la atenta escucha.
En el Congreso, el
problema de la contaminación musical se tratará dentro
del cuadro más amplio de las relaciones entre hombre y
ambiente sonoro, sea en el sentido de la salud del hombre
y de la salubridad ambiental, sea bajo el aspecto de
valor que el ambiente sonoro reviste cual dominio
público, bien común, parte integrante del ecosistema, y
en cualquier caso necesitado de una tutela.
Tomarán parte en él
musicólogos, juristas, economistas, médicos,
ingenieros, expertos en comunicaciones, exponentes del
mundo de la política, de la administración pública y
de las asociaciones medioambientales, con el objetivo de
analizar el fenómeno y estimular una reflexión
orientada hacia propuestas disciplinares concretas.
El congreso se articulará
en tres jornadas, del 17 al 19 de mayo de 2002, y tendrá
lugar en el Palazzo Marescotti, sede del Departamento de
Música y Espectáculo (via Barberia, 4, Bologna).
Carla
Cuomo y Giuseppina La Face Bianconi
Traducción
por Esteban Hernàndez Castellò
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